En esta hacienda
el cultivo es abundante
en ciudados y preocupaciones.
Los turistas ven lo opuesto
mas tarde se irán
queriendo volver a esta orilla.
Los muertos
atraviesan el río
y se quedan en el gran Bucare.
Sus recuerdos
van con el viento y el sonido del río.
La fuerza no es suficiente
la insolencia no es suficiente.
Quedamos nosotros
los moradores
en una tarde del domingo
cargados de bostezos
recorriendo mentalmente
una fracción de la hacienda.