viernes, 21 de septiembre de 2012


domingo, 9 de septiembre de 2012

La prepotencia.
El señor de aquella provincia
acudía al pueblo cuando requería una ayuda de estos.
Tras obtener lo necesitado se marchaba a sus oficinas
y desde allí aprobaba o desaprobaba las acciones
de los ciudadanos más laboriosos o al menos talentosos.
El tiempo transcurrió sin apuros y no hubo necesidad de revueltas
o revoluciones pues sus acciones lo habían condenado
a ser algo menos que un espectro en el cual ya nadie creía.
Lo único que atinó a ganarse fue la mala fe de las personas
que se entregaron con más fuerza en su trabajo y su disciplina de vida. Vivir bajo estas condiciones es fácil. Ayyy de aquel quien cree que la vida se resume detrás de un escritorio que ni siquiera es de su propiedad.

sábado, 8 de septiembre de 2012

El pueblo.
Los habitantes de aquel pueblo sentían desprecio por sus gobernantes. Saber de su presencia les despertaba cierta incomodidad por decir lo menos. Los hombres y mujeres que detentaban un mínimo de poder gubernamental se sentían semidioses. Aunque también morían.